sábado, 2 de marzo de 2024

Radiación en el espacio.


Hablé sobre la radiación en este blog en varias entradas, en un intento de explicar un poco qué es eso y cómo funciona. Si no las has leído, recomiendo que lo hagas:


A lo largo de las entradas de este blog, he ido hablando sobre radiación, pues es una parte importante de nuestro Universo. Por ejemplo, cuando hablé del color de las estrellas, o de uno de los lugares más radiactivos del Sistema Solar: Io. Las reacciones atómicas en el espacio están a la orden del día, y es de todas estas reacciones las generan la radiación que nos rodea. De la que viene del espacio nos protege el campo magnético de la Tierra... pero obviamente, algunos humanos, y cada década más, salen de la protección de nuestro cascarón azul y se enfrentan cara a cara a la radiación que hay en el exterior. Y es un problema más serio de lo que parece. Para algunos, es y será uno de los mayores retos de la exploración espacial, sin duda.

La mayor fuente de partículas radiactivas que hay en el Sistema Solar proviene del Sol. Lo llamamos Viento Solar. Hablé un poco por encima en la entrada del Sol, nuestra estrella. El viento solar, aunque radiactivo, tampoco tiene partículas demasiado energéticas. Las chungas de verdad son las fulguraciones o las eyecciones de masa solar, que emiten una radiación tremenda (incluso dosis mortales). Lo que pasa que ocurren muy raramente (sobre todo los importantes) y es difícil que justo coincidan con la Tierra. 

Otra fuente de partículas son las que vienen de fuera del Sistema Solar: Los rayos cósmicos. Es radiación que proviene de explosiones de supernovas o agujeros negros de cualquier parte del Universo. Casi todos los rayos cósmicos son protones, pero también hay partículas alfa o núcleos pesados, que son altamente radiactivos y peligrosos. 




Luego está, si te has leído la entrada sobre Io, la radiación derivada de la interacción de los rayos cósmicos o el viento solar con las atmósferas y los campos magnéticos de los diferentes cuerpos del Sistema Solar. En la Tierra, por supuesto, hay partículas atrapadas en lo que llamamos cinturones de radiación terrestres, que son una especie de anillos que rodean la Tierra a unos 6000 kilómetros de altitud (Salvo en la Anomalía del Atlántico Sur, donde las partículas del cinturón descienden causando un aumento en la radiación que reciben nuestros astronautas de la ISS

En la última entrada sobre la radiación, la de Radiación Ionizante, hablé sobre la unidad de medida de la radiación en cuanto a su efecto en el ser humano: El Siervert (Sv). Los astronautas, en el espacio (según si están en órbitas bajas, en la zona de los cinturones de radiación o fuera de la protección del campo magnético terrestre, reciben alrededor de 1mSv al día. Es decir, bastante, la verdad. Los límites administrativos de radiación de trabajadores expuestos en una central nuclear española, por ejemplo, son 20mSv al año (Y prácticamente ningún trabajador si quiera se acerca a esa cifra). 20 días en el espacio y un astronauta la supera. No es una dosis peligrosa, de todos modos.

Ahora imagina un viaje a Marte... la dosis puede llegar fácilmente a los 2 sievert... que es mucho, superando los límites que la NASA tiene para sus astronautas (que son muy altas, cerca de un sievert para los jóvenes y entre 1 y 2 para los mayores). 

Para disminuir la dosis hay dos cosas: Tiempo y blindaje. Menor tiempo de las misiones y mayor blindaje. Aunque lo del blindaje no es una cosa tan simple como podría ser forrar las naves de plomo. Primero, el peso, y segundo que tampoco está tan claro que se disminuya la dosis. Las partículas pesadas de los rayos cósmicos chocan con los átomos pesados de la estructura de la nave y desencadenan una serie de reacciones en las que salen por ejemplo neutrones y partículas alfa. Se ha estudiado que el mejor blindaje es el hidrógeno, con lo que se ponen varias capas de agua y polietileno y parece que puede funcionar, aunque no es sencillo. También se podría crear una especie de campo magnético que protegiera a la nave, pero tampoco es fácil. 

En definitiva, es algo mucho más importante de lo que nos parece (Y que nadie ha tenido en cuenta, por ejemplo, en la ciencia ficción) y en las próximas décadas, uno de los mayores retos, como digo, si queremos llegar a Marte.

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