La primera sonda que enviamos cerca de Saturno fue la Pioneer 11, en 1979. Dicha sonda midió su campo magnético, (algo
que llevaban esperando muchos científicos) y descubrieron que, efectivamente, y al igual que pasa con Teruel: existe. Lo que pasaba era que al ser tan débil, no lo podíamos
detectar desde aquí. Es incluso más débil que el de la propia Tierra.
Como en el caso de Júpiter, las siguientes sondas en llegar hasta
Saturno fueron las Voyager, que eran básicamente lo mismo pero mejorado:
mejores sensores y mejores fotografías. Se
consiguió entonces medir perfectamente la duración de un día en Saturno: Unas
10 horas y media, una velocidad bestial, en realidad, para lo grande que es.
Aunque para velocidad bestial, la de las tormentas que se dan lugar en su
atmósfera, con ráfagas de unos 1800 km/h.
Se observaron perfectamente las bandas de la superficie de Saturno,
viendo que eran muy parecidas, en realidad, a las de Júpiter, con lo cual se
entiende que su interior debe ser similar, aunque menos extremo.
Y así nos tuvieron hasta 2004. Cuando llego la sonda Cassini, que ya había
pasado cerca de Júpiter, como vimos, pero cuyo destino principal era Saturno.
Fotografió en detalle, por ejemplo, el famoso hexágono de Saturno, situado en
sus polos. Desde que lo había fotografiado la sonda Voyager 2, hacía más de 20
años, no se sabía qué podía ser… bueno, de hecho, todavía no está muy claro,
pero como su velocidad de giro es la misma que la del campo magnético se entiende
que están relacionados.
Aurora Boreal en Saturno, en la zona donde está el hexágono, ahora fotografiado por el Hubble |
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