Tyge Ottesen Brahe nació en Knudstrup, en la actual Suecia (entonces Dinamarca) en 1546.
Estudió derecho, pues su familia quería encaminarlo a la carrera política, pero cambió de parecer tras el eclipse de 1560 (sí, a sus 14 años dejó de estudiar derecho). Bendito el eclipse, por cierto, porque nació con ello uno de los mejores observadores del cielo de todos los tiempos. Si no hubiera sido por Brahe, no conoceríamos a Kepler... del que hablé hace poco.
Aunque Tycho lo tuvo más fácil, todo hay que decirlo. Era de buena familia y al pequeño Tyge no le faltó de nada, aunque eso sí, fue criado por uno de sus tíos, que lo raptó. Literalmente. Se dedicó a viajar de aquí para allá estudiando muchísimo en diferentes lugares entre Alemania y Dinamarca.
Su fama y prestigio crecieron hasta el punto de que el mismísimo Rey, Federico II, le regaló una pequeña isla y una paga para que se quedara en Dinamarca. Con ello, construyó un observatorio, equipado con lo mejor de lo mejor en aquellos tiempos.
Su tenacidad y detallismo en recoger tantísima información desde el observatorio y la inestimable ayuda de los aparatos de medida que el mismo ideó, le permitieron recoger datos sobre la posición de las estrellas con una precisión impensable para aquella época. Cuando heredó el trono Cristian IV, éste empezó con los tan temidos recortes (sobre todo en materia de investigación) y Tycho recogió todo su material y acabó en Praga, que por aquel entonces era un centro cultural sin igual. Bueno, el emperador le dejó un castillo a Tycho y una buena nómina. Así que se dedicó plenamente a la Astronomía. Brahe conocería entonces a un brillante matemático, Kepler, que podría ser el mejor candidato en heredar todos los datos que había acumulado en tantos años de trabajo.
En 1601 Kepler se traslada a Praga. Ese mismo año Brahe moriría, y antes de hacerlo le encomendó a Kepler continuar con su trabajo... pero esa historia supongo que ya te la sabes.
Dos genios juntos, para siempre, en Praga. |
A continuación comenzaremos el estudio de una de las constelaciones más importantes: La constelación de Pegaso.
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