Una imagen, de las que ya has visto por aquí, y que me encanta, es una de las que puse en la entrada "MRO y sus maravillosas fotografías de Marte":
Los planetas con poca atmósfera tienen su superficie más llena de cráteres por dos principales motivos: La atmósfera puede frenar algunos de los objetos que vayan a caer al planeta pulverizándolos o rompiéndolos en pedazos y también, como normalmente viene acompañada por vientos/erosión, la atmósfera "borra", con el tiempo, las cicatrices de la superficie.
Un objeto de cierto tamaño también puede fracturarse por el efecto de la gravedad. Así, puede darse el caso de que se rompa en pedazos y caigan todos ellos en un mismo lugar. Es clarísimo el ejemplo de Gipul Catena, en la luna Calisto. Una línea de cráteres de 620 kilómetros de longitud, cuyo mayor cráter tiene un diámetro de 40 kilómetros. La imagen no es muy buena, pero es porque fue tomada por la Sonda Voyager:
Lo cual nos lleva a uno de los sucesos más emocionantes de toda la historia espacial: La visión, en directo, del impacto del cometa Shoemaker levy 9 sobre la superficie de Júpiter. Fue en el año 1993, cuando la sonda Galileo estaba de camino hacia nuestro hermano mayor del Sistema Solar. Descubrieron entonces al cometa (roto ya en 21 trozos debido a la misma fuerza de gravedad de Júpiter, que lo había atrapado) girando en una órbita muy elíptica alrededor del Planeta. Estudiaron la órbita y comprendieron que el cometa se estrellaría irremisiblemente, y lo haría, además, a más de 200.000 km/h!!
El problema es que lo iba a hacer a nuestras espaldas, es decir, en el lado de Júpiter que no veíamos desde la Tierra. La buena noticia: Que la sonda Galileo sí podría verla. Las sondas se lanzan al espacio y aprovechan la gravedad de los planetas para llegar a sus destinos ahorrando combustible, así que el azar había querido que tuviéramos la suerte de poder observar el impacto. Se inició el 16 de julio de 1994 y 6 días más tarde caería el último pedazo del cometa. Mira que impresionante imagen:
Imagina el impacto. La sonda galileo midió temperaturas de hasta 24000 grados en la superficie del Planeta (unas 5 veces más caliente que la superficie del Sol). Una bola de fuego salió despedida de Júpiter y se elevó 3000 kilómetros de Altura. Pudo incluso ser vista desde la Tierra, debido al rápido giro del planeta. Los astrónomos estaban todos pendientes para estudiar lo que pasaba.
Fíjate en la siguiente imagen. Se observa Júpiter con su luna Io a la derecha. En la segunda foto (que por cierto, fue tomada desde España), se observa el momento del impacto abajo a la izquierda de Júpiter. La gran bola de fuego llega a brillar casi como Io (se ve su máximo brillo en la tercera fotografía).
Las cicatrices que dejó el cometa en la superficie de Júpiter fueron tremendas. Por supuesto, también pudieron ser observados desde la Tierra. Aquí tienes una fotografía que muestra el después del tremendo impacto:
Impresionante, ¿verdad?
Pues ahora toca estudiar dos constelaciones: Constelaciones de la Serpiente y Ofiuco.
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